El Animador del Tercer Milenio
 
El Animador Misionero del Tercer Milenio
 
Llevamos ya más de 2000 años de la era Cristiana en los cuales la Iglesia se encuentra en permanente estado de misión. Su fundador, Cristo, antes de subir al cielo encargó a sus apóstoles que fueran por todo el mundo a predicar la Buena Nueva del Evangelio. Ellos así lo hicieron. Con esta finalidad misionera iban fundando nuevas comunidades Cristianas.
En estos 20 siglos de Cristiandad, la palabra de Dios no ha llegado más que a una tercera parte de la humanidad.
Al finalizar el “Año Santo”, el Papa Juan Pablo II Publicó la Carta Apostólica “Novo Milenio Ineunte” como conclusión del año de gracia para la Iglesia que ha sido el Gran Jubileo. El tema primordial es Cristo. En ella se recuerda el gran numero de santos y mártires que Dios ha Concedido a su Iglesia, especial mente en el Siglo XX.
El deber de la Misión debe Proyectarse hacia el futuro que nos espera. El nuevo milenio que ha comenzado, nos empuja a vivir la Misión como reto para el Futuro. El Nº 3 de este Documento nos dice que es hora de que cada Iglesia verifique con Fervor y recupere un nuevo impulso para su empeño espiritual y pastoral.
La Nueva Evangelización de volver a encender en nosotros el impulso de la primitiva evangelización que siguió a Pentecostés.
El papa nos hacia recordar que esta nueva misionariedad debe involucrar a todos los miembros del Pueblo de Dios. Este impulso misionero tiene que ser Vivido como empeño de las comunidades y de los grupos cristianos.
La comunión y la misión, deben ir de la mano en la Evangelización del Nuevo Milenio. Es necesario hacer de la Iglesia una casa y escuela de la Comunión.
El diálogo religioso debe estar presente también esta nueva Misión. Este diálogo no sustituye el anuncio de la Fe, sino más bien, se orienta hacia él.
Este Cristo que hemos contemplado en el Jubileo del Año 2000, nos invita nueva mente a ponernos en camino: “id y enseñad a todas las gentes…” (Mt 28, 19).
Nos acompaña en este camino la Virgen Santísima, invocada como “Estrella de la Nueva Evangelización”. María es la aurora luminosa y nuestra guía en el camino.
Intentemos juntos la contemplación de María que, después de la peregrinación a la Ciudad Santa de Jerusalén, regresaba a la casa de Nazaret meditando en su corazón el Misterio del Hijo (Lc 2, 51). 
Este es el futuro tan deseado del Jubileo, que nos volvió a presentar ante nuestros ojos el misterio de Jesús de Nazaret, hijo de Dios y redentor del Hombre.
En esta perspectiva de Reto permanente se encuentra el animador misionero que la iglesia necesita para este Nuevo Milenio. Nuestras comunidades Cristianas tienen que ser guiadas por animadores que, en primer lugar, ellos sean testimonio vivo de aquello que enseñan.
 
   
 
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